La mano amiga para los pequeños agricultores
Atraviesa con su tenedor un generoso trozo de yuca hervida y se sienta en la larga mesa al aire libre dispuesto a saborear su plato.
“Hasta el día en que no pueda comer con mi propia mano” - dice, señalando en el aire con el pedazo de yuca, “hasta ese día y no más quiero vivir”.
Investigadores de Bioversity International y el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS, por sus siglas en ingles) estuvieron en Macaregua para identificar las fuentes de la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático y las barreras para la adopción de la agricultura climáticamente inteligente. Los pequeños agricultores pueden hacer mucho para aumentar su propia seguridad alimentaria, pero a veces el apoyo adecuado puede hacer la diferencia.
Cuando se debe ir solo…
Sobre todo si se tiene la previsión de un agricultor como Luis Eduardo, hay muchas cosas que los pequeños agricultores pueden y deberían de hacer ellos mismos para prepararse contra los impactos del cambio climático. En un monólogo enredado, expresado entre bocados de carne de res carbonizada, Luís Eduardo da con varias de ellas.
“Usted puede comerse lo que produce o lo puede vender”, comienza; “Pero sin importar lo que haga debe mantener gallinas. Cuando uno quiere comerse una gallina, allí la tiene. Si quiere comer huevos, ahí los tiene también. Yo nunca compro gallinas ni huevos ni nada de eso. Más bien los llevo al pueblo a veces para vender”.
Siempre un agricultor pero nunca un especialista, a menudo ha adaptado su estrategia para acomodarse a los tiempos cambiantes. “He sembrado maíz, he sembrado tabaco, también sembré tomate durante ocho años. Ahora solo cultivo maíz y fríjoles. Dentro de cinco años probablemente estaré cultivando café”.
Adoptando una actitud magistral sigue, diciendo “Uno por aquí no puede vivir solamente de agricultura. Uno tiene que ayudarse con cualquier cosita que le salga”. Luís Eduardo trabaja los sábados y los domingos matando reses para sus vecinos, por lo cual gana sus pesos para la semana además de la carne para la casa.
Las investigaciones de Bioversity International y CCAFS han encontrado que la mayoría de los pequeños agricultores en Macaregua, al igual que Luis Eduardo, han incursionado en la agricultura comercial. Aunque la filosofía de Luis Eduardo acerca del eje de los medios de vida rurales se encarna claramente en la humilde gallina criolla, por otra parte aprovecha el mercado local y busca fuentes de ingresos externas a la finca. De buena gana hace grandes cambios en sus cultivos principales cuando se lo exija la situación – una decisión cada vez más probable mientras cambie el clima. “Mientras uno busque la manera de vivir, mientras uno trabaje”, concluye, “el campo no es difícil para vivir.”
…Y cuando se debe buscar la mano amiga
El optimismo de Luís Eduardo es casi tangible en el ambiente humoso pero agradable del asado familiar. Sin embargo, está consciente de las dificultades reales que experimentan los pequeños agricultores en este ambiente cambiante.
“Es verdad que la agricultura se ha puesto más difícil. ¿Sabe por qué?” Gesticulando esta vez con un hueso de costilla medio comido, responde a su propia pregunta: “Porque todo se vende casi a lo mismo que en años pasados, pero los insumos hoy en día valen mas.” Según el testimonio de Luís Eduardo, esto es precisamente el punto donde los medios de vida agrícolas se han puesto insostenibles.
“Es ahí donde no hay apoyo,” dice. No está pidiendo limosna, así que tiene cuidado en clarificar que la ayuda no debe ser simplemente regalada. “Pero” - especifica, “sí al menos que los insumos valieran menos”.
Observa además que los pequeños agricultores muchas veces no pueden competir en el mercado abierto “Tengo montañas de fríjoles apilados en el granero que no se vendieron”, dice. “Hay cosas que unos países producen más que otros. Cuando han traído de otros países frijol barato, eso nos perjudica.” Lo mismo sucede con flores de corte y huevos, dice. “Todo es de mayorista, por eso gana”.
Las incertidumbres recientes provocadas por el clima también han empezado a preocupar a Luis Eduardo. Refiriéndose a las lluvias fuera de estación, dice, “Llevo treinta años como agricultor aquí, y esto no lo había visto nunca. Ahora en verano es cuando normalmente uno prepara la tierra para cultivar. Pero en este momento está lloviendo. No se puede meter un tractor a la tierra para poder sembrar.” Saber cuándo llevar a cabo aspectos de la labranza se ha vuelto un juego al azar. “No sabemos si las lluvias continuarán o no, esto así es muy difícil”.
¿Por qué apoyar en los pequeños agricultores?
Subsidios para insumos claves, políticas económicas favorables para los pequeños agricultores, e información climática clara, accesible y precisa; estos son los temas donde Luis Eduardo indica que se necesita una mano amiga. Pero, ¿Hay alguna justificación para apoyar a los pequeños agricultores en primer lugar?
La reducción del tamaño de fincas pequeñas y un enfoque cada vez más fuerte en actividades no-agrícolas para asegurar los ingresos de la casa puede indicar que no hay las entidades eficientes que se necesitan. No obstante, la creciente diversidad de clases de pequeños agricultores quiere decir que la ayuda puede y debe ser dirigida según las metas de cada grupo.
“Yo quiero trabajar hasta que me muera”, dice Luís Eduardo. El apoyo adecuado puede asegurar que agricultores como él pueden seguir contribuyendo a la seguridad alimentaria personal – y nacional – incluso frente a condiciones rápidamente cambiantes.
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Caity Peterson es investigadora visitante del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) in Colombia, y trabaja para el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS).
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