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Un nuevo documento de CCAFS discute cinco métodos para analizar las múltiples dimensiones en las que el cambio climático, la agricultura y la seguridad alimentaria y nutricional se relacionan.

Una de las amenazas constantes a la seguridad alimentaria y nutricional (SAN) es el cambio climático. Explorar cómo se manifiesta esta vulnerabilidad ha sido de interés de la ciencia, que principalmente se ha enfocado en la interacción entre estos dos acontecimientos a través de la producción agropecuaria.

En este contexto, el Documento de Trabajo No. 196 del Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS por sus siglas en inglés) discute cinco métodos para analizar las múltiples dimensiones en las que el cambio climático, la agricultura y la SAN se relacionan. Dado que no existe una metodología reconocida en el campo científico como única respuesta para evaluar la interacción entre estos tres conceptos, el documento presenta las diferentes herramientas disponibles para abordar la temática.

Descargue el documento: Métodos propuestos para evaluar el impacto potencial del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y nutricional en Centroamérica y la República Dominicana

La primera herramienta discutida incluye a los escenarios de alimentos y nutrición que combina la información socioeconómica y climática para permitir una mejor planificación de implementaciones, y se puede aplicar a distintos niveles (global como sub-nacional). Para el diseño de estos escenarios, se consulta a los actores clave para identificar focos de atención, se modelan los escenarios identificados y se calibran los resultados con experiencias existentes.

Los datos incluidos reflejan el rendimiento, la producción y demanda agregada mientras tiene en cuenta distintos factores, como el grado de disponibilidad y diversidad de los alimentos, el acceso a biofortificación, recursos hídricos, gobernanza y recursos naturales. Esta metodología se aplicó en Honduras, para elaborar la estrategia de adaptación al cambio climático. En todos los escenarios calculados, se observa que la producción aumenta acompañando la demanda, y por ende, las calorías disponibles.

La segunda metodología incluye distintos modelos de sistemas alimentarios regionales y nacionales. Dentro de los mismos se cuenta con el Modelo Internacional para el Análisis de Políticas sobre Productos y Comercio Agropecuario (IMPACT, por sus siglas en inglés) elaborado por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). IMPACT combina distintos modelos climáticos, hidrológicos, simulación de cultivos, cadenas de valor, uso de suelo, nutrición, salud y bienestar para identificar oportunidades y retos para la SAN y manejo de los recursos naturales. El modelo contiene cinco componentes con distintos modelos y se cuenta con información mensual, que permiten calibración diaria hasta 2050.

El modelo hidrológico estima distribución de lluvias, escorrentías, agua potable e irrigación disponible, para calcular impacto de los recursos hídricos en los rendimientos agrícolas. La demanda hídrica se calcula incorporando las necesidades agrícolas, industriales y de las personas. La producción de animales y alimentos y los mercados se modelan con lo que se puede estimar los efectos de las variaciones en los mismos sobre la SAN. Como resultado, IMPACT permite la estimación de la población en riesgo de hambre bajo las distintas condiciones consideradas. Una de las principales conclusiones obtenidas a través de esta metodología, es que serán más los cultivos afectados negativamente por el cambio climático por lo que se necesita invertir en medidas de adaptación y mitigación.

La tercera metodología consiste en la caja de herramientas de género e inclusión social, que permite observar las diferencias en las vivencias de mujeres y hombres ante el cambio climático. Estas herramientas establecen las formas de análisis y de integración de temas de género en las intervenciones desde la etapa de diseño hasta la evaluación.

Esta herramienta ha sido aplicada, por ejemplo, en las intervenciones de Agricultura Sostenible Adaptada al Clima (ASAC), dado que es útil para evaluar la vulnerabilidad de los hombres y las mujeres ante el cambio climático de acuerdo a las distintas actividades agrícolas que los mismos realizan en la producción del hogar. La caja de herramientas además, es inclusiva de la participación comunitaria y considera varios métodos cualitativos para el análisis. En la región, se han puesto en práctica talleres participativos con expertos de Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador, y otros países.

El cuarto método está compuesto por encuestas y bases de datos para el monitoreo del sector agropecuario. La Encuesta de Indicadores Múltiples de Hogares Rurales (RHoMIS) es la más conocida de estas herramientas, agrupa de forma estandarizada distintos indicadores a través del sistema alimentarios. Estos indicadores incluyen datos de producción agropecuaria, género, nutrición y pobreza provenientes de las encuestas individuales, junto con estimaciones relevantes a la ASAC en base a las características de la finca y la producción. Se puede también incluir en RHoMIS de acuerdo a la necesidad información sobre administración de recursos naturales, agricultura sostenible, agricultura orgánica, lucha contra plagas, uso de fertilizantes y otros. La implementación de esta encuesta ha identificado en Guatemala hogares en situación de hambre oculta, esto es alto consumo calórico acompañado de la falta de micronutrientes.

Por su parte, la segunda herramienta propuesta en esta metodología es la Plataforma de Modelación de Sistemas Mixtos de Cultivos y Animales (IMPACTlite, por sus siglas en inglés) que permite la captura de información sobre diferentes actividades agropecuarias y caracteriza los principales sistemas de producción agropecuaria, contribuyendo al monitoreo de programas o intervenciones en temas de seguridad alimentaria y nutricional.

La última metodología la componen los Territorios Sostenibles Adaptados al Clima (TeSAC). Los TeSAC se refieren al estudio exhaustivo de la aplicación de las prácticas ASAC en un grupo definido de pequeños agricultores. Este proceso implica el seguimiento de la implementación de distintas estrategias a nivel comunitario, de acuerdo a las preferencias de los productores, lo que permite el estudio de estrategias específicas y combinadas para poder ser escaladas.  En el enfoque TeSAC, cada comunidad elige las estrategias a implementar de acuerdo a sus necesidades de forma participativa, generando evidencia en cuanto al manejo de recursos, resultados agropecuarios y de reducción emisiones.

Los autores reconocen que el valor de estas metodologías yace en que, en la región la mayoría de los estudios están enfocados en los efectos del cambio climático en la producción agropecuaria. Las metodologías anteriormente expuestas permiten expandir el análisis para considerar la interacción entre el cambio climático, la seguridad alimentaria y la agricultura. Se propone así enfocar esfuerzos en ampliar el portafolio de opciones para las comunidades y productores mediante procesos participativos, sugerir medidas de adaptación adecuadas para cada comunidad en especial, y promover acciones que mejoren la adaptación al cambio climático, seguridad alimentaria y la mitigación.

Florencia Paz es asistente senior de investigación del Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Este texto fue editado con permiso del autor. El original se puede consultar en el Portal de Seguridad Alimentaria América Latina y El Caribe, facilitado por IFPRI.

Editado por José Luis Urrea, oficial de comunicaciones de CCAFS América Latina.