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Debido a que las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la comida se estiman entre 44 y 57 por ciento del total de las emisiones globales, nuestras decisiones en relación con los alimentos que consumimos pueden hacer una gran diferencia. 

Creo que la vaca de los anuncios de Chick-fil-A tiene razón. Seguramente la conocerán: esa vaca que sostiene un cartel que dice "Eat Mor chikin" (come más pollo); es más, creo que la vaca está pensando en maneras de reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), y sabe que una manera fácil de reducir las emisiones derivadas del consumo de carne de vacuno hasta un 94 por ciento (e incluso cerca del 99 por ciento) es comiendo pollo en lugar de carne de res.

La vaca de Chick-fil-A podría convertirse en la primera 'vocera animal' de un muy importante movimiento al que llamaríamos 'Comida climáticamente inteligente', una combinación de la Agricultura Sostenible Adaptada al Clima (lanzada en 2014 como Climate-Smart Agriculture en la Cumbre sobre el Clima de la ONU en Nueva York) y el movimiento de reducción de huella de carbono.

La comida 'climáticamente inteligente' es consciente que las emisiones de GEI de los alimentos que elegimos comer pueden variar ampliamente, y dado que estas emisiones asociadas a nuestra comida se estima entre 44 y 57 por ciento del total de las emisiones globales (según la organización no gubernamental GRAIN, y publicado por The Wall Street Journal y por la ONU), las decisiones de las personas en relación con los alimentos que comen tienen el potencial de hacer una gran diferencia en las emisiones de GEI. Una buena elección servirá para disminuir la velocidad del cambio climático, y en última instancia, reducir la magnitud de los daños asociados al mismo.

Mientras que la Agricultura Sostenible Adaptada al Clima (ASAC) trata de ayudar a mejorar la forma en que los agricultores cultivan sus productos, la 'Comida Climáticamente Inteligente' (CSE en inglés) busca cambiar lo que cultivan, cambiando la estructura de la demanda de sus productos. La CSE, junto con la ASAC, podrían ser los conceptos líderes en la mitigación del cambio climático; es decir, el proceso de reducción de las emisiones de GEI. La idea de un enfoque sostenible y adaptado al clima en la alimentación está comenzando a hacerse popular, evidenciado por su inclusión en el último informe de un panel de las Naciones Unidas, aunque bajo un nombre menos pegajoso: "Opciones de la demanda" para la mitigación.

Los granos, las frutas y las verduras generalmente producen menos emisiones de GEI que la ganadería. Foto: N.Palmer (CIAT)

Los granos, las frutas y las verduras generalmente producen menos emisiones que la ganadería. Foto: N.Palmer (CIAT)

No todos somos agricultores, pero todos somos comedores. La ASAC moviliza agricultores; la CSE moviliza el mundo - y eso es fundamental para los objetivos de reducción de GEI que se quieren alcanzar. Este movimiento anima a cada persona para ayudar voluntariamente a salvar el planeta mediante la reducción del contenido de gases de efecto invernadero de la comida que elige para comer. No solamente tenemos que elegir "comer más pollo", pero podríamos reducir algo de nuestro consumo de carne; ya que los granos, las frutas y las verduras casi siempre producen menos emisiones de GEI.

Podríamos considerar las emisiones del transporte de los alimentos a los supermercados, y comprar más a nivel local cuando sea posible. Y podríamos hacer nuestra parte reduciendo los residuos al no comprar más de lo necesario, reduciendo las sobras. Desperdiciar comida es como multiplicar las emisiones de GEI generadas para producir los alimentos que sí se consumen. Y, como se ha mencionado, podríamos preocuparnos más por cómo se produjo la comida que adquirimos: es sostenible? no incrementa las emisiones?

Sin embargo, sería bueno no ir demasiado lejos en un movimiento de este tipo sin más investigación sobre CSE y los impactos potenciales. Por ejemplo, la simple sugerencia de comer menos carne de res probablemente afectaría de manera negativa a cualquier persona involucrada en la cría y procesamiento del ganado; no sólo a los productores a gran escala, sino incluso a los pequeños ganaderos de África. Yo viví en el norte de Kenia, rodeado de pastores repartidos en cientos de kilómetros en todos los lados y no quisiera hacer daño a ninguno de mis amigos, que simplemente están viviendo un estilo de vida tradicional con poco impacto sobre el medio ambiente (debido a las generalmente pequeñas cantidades de ganado que poseen).

También tenemos que pensar en las posibles consecuencias no deseadas en la tierra. Si hubiera menos ganado comiendo la hierba y arbustos en las zonas semiáridas de África, ¿podría esto significar un aumento de la población de plagas que gracias al ganado se mantienen a raya? Las termitas, irónicamente, son uno de los mayores emisores de metano, y estas se encuentran por todas partes en África - ellas son como las lombrices de tierra para los suelos de América del Norte.

Por otra parte, ¿cuáles son las consecuencias nutricionales de consumir menos proteína animal en la dieta? Para las personas que tienen buenos ingresos, tal vez el impacto podría ser positivo; sin embargo, para las personas con ingresos marginales, uno se pregunta si esto podría llevar a déficits nutricionales.

A pesar de razones para no actuar precipitadamente antes que la investigación adicional ayude a desarrollar buenas estrategias para la implementación de un enfoque de Comida Climáticamente Inteligente, está claro que ésta es un área que tiene un enorme potencial de ser un elemento de cambio para frenar la acumulación de GEI en la atmósfera. Debido a que, literalmente, podría salvar millones de vidas y miles de millones de dólares, la intervención gubernamental es claramente una opción legítima. Por ejemplo, el establecimiento de un impuesto sobre el carbono en el contenido de gases de efecto invernadero de los alimentos es una sugerencia económicamente racional.

Pero no dependemos de los gobiernos para que la Comida Climáticamente Inteligente funcione. El poder de las personas es más fuerte que el poder del gobierno. Cada uno de nosotros puede comprometerse a cambiar la forma en que comemos; pues nuestras decisiones reflejan nuestra preocupación por el planeta. Por más difícil que sea para mi dejar de comer un buen trozo de carne de res, yo también puedo "comer más pollo" Y si todos nosotros hacemos algún tipo de sacrificio, comenzaremos un movimiento que alterará radicalmente no sólo las tendencias de la agricultura, sino las tendencias del clima del planeta, evitando algunos de los posibles desastres climáticos que seguramente enfrentaremos en las décadas venideras.

Timothy S. Thomas, PhD. es Investigador senior en el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) especializado en cambio climático y agricultura. Ha sido co-autor de tres libros publicados recientemente sobre la adaptación de la agricultura al cambio climático en los países africanos. Sígalo en Twitter: @DrTimThomas

Este texto fue publicado originalmente en The Hufftington Post, en la sección Generation Change y traducido al español por José Luis Urrea, Oficial de Comunicaciones de CCAFS América Latina. Lea el original.