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Los simulacros de emergencia se convierten en una herramienta valiosa para la preparación ante desastres naturales al ofrecer un abordaje más proactivo.

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En un estudio publicado recientemente, investigadores exploran cómo los simulacros de emergencia  pueden ser usados para evaluar y mejorar la preparación institucional para responder a la sequía en Guatemala.

Cada año los medios de vida y la seguridad alimentaria de los agricultores del país centroamericano se ven amenazados por la canícula, un periodo de sequía que va desde junio a agosto, si bien este espacio de tiempo puede variar. En teoría, la sequía como un desastre de inicio lento, deja suficiente tiempo de preparación para que los enfoques proactivos de gestión de riesgos eviten el empeoramiento de la situación de la seguridad alimentaria.

El cambio climático intensificará el periodo de sequía lo que representa un importante riesgo para la producción agrícola de las familias rurales, así como para su sustento y seguridad alimentaria, por lo cual se hace necesario que Guatemala desarrolle una estrategia de gestión de riesgos climáticos más contundente.

Es por ello que Bioversity International, el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), Acción Contra el Hambre y funcionarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), la Coordinación Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), participaron en el diseño y ejercicio de dos simulacros de emergencia para evaluar y mejorar la respuesta institucional durante el periodo de sequía en la región de Chiquimula en Guatemala. Este ejercicio fue financiado por el Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) y el Instituto InterAmericano para la Investigación del Cambio Global (IAI).

Durante los simulacros se probó el protocolo de respuesta institucional definida en el Plan Institucional de Respuesta (PIR). Este plan busca guiar la toma de decisiones para reducir los impactos de las sequías en la infraestructura agrícola, en los cultivos y en vidas humanas en Guatemala.

Si bien el PIR se encuentra estructurado, en la respuesta por parte de los actores e instituciones públicas en Guatemala sigue prevaleciendo un enfoque reactivo a los riesgos climáticos. Un ejemplo de ello fue con la sequía prolongada en julio de 2018 que impactó significativamente la producción a pequeña escala: entre la ocurrencia de la sequía y la implementación del programa de apoyo público pasaron seis meses.

Entonces, ¿por qué usar los simulacros de emergencia?

Los simulacros son una herramienta común en la gestión del riesgo de desastres y normalmente se aplican para capacitaciones en emergencias como incendios o terremotos, hasta el momento no se han utilizado para desastres de inicio lento como una sequía. La presunción detrás del estudio era que los simulacros de emergencia podrían ser una herramienta útil para evaluar la preparación del MAGA y, al mismo tiempo, crear capacidades a través del aprendizaje organizacional.

Los simulacros tienen varias ventajas: vinculan el conocimiento tácito y formal a través de la acción y la experiencia, brindan un espacio para el aprendizaje experiencial en condiciones reales, reducen el costo del aprendizaje de prueba y error y proporcionan información útil sobre cómo mejorar los protocolos de respuesta ante emergencias.

A través de los simulacros se revelaron las diferentes áreas de mejora para la respuesta efectiva a la sequía del MAGA:

  1. Aumentar el conocimiento de los diferentes protocolos de respuesta de emergencia
  2. Mejorar la calidad de la información para la toma de decisiones se puede mejorar a través de formatos de recolección de datos estandarizados
  3. Mejorar la comunicación y coordinación entre las organizaciones involucradas en el manejo de la sequía y la respuesta de emergencia en campo.

De acuerdo con la autora principal de este caso de estudio:

“El resultado más importante es que también se pueden usar simulacros para evaluar la preparación de la organización para emergencias de lenta aparición como las sequías. Los simulacros proporcionan un entorno seguro para el aprendizaje experiencial, desencadenan discusiones y motivan al personal y las partes interesadas. Pero, también encontramos que para que los simulacros sean transformadores en términos de respuesta de emergencia a la sequía, el contexto estructural juega un papel importante. Los simulacros pueden crear capacidad organizativa y conocimiento, pero el contexto institucional tiene una gran influencia sobre si los simulacros desencadenan procesos de aprendizaje organizacional y cambios de comportamiento.

Lo que recomendamos es que los actores públicos como el MAGA, incluya los simulacros en una estrategia más amplia de creación de capacidades organizacionales para responder a emergencias”.

Anna Muller, de Bioversity International

Para concluir, este estudio de caso abre un espacio para la discusión sobre el uso de los simulacros como respuesta a emergenciaa. Sin embargo, las instituciones deben ser conscientes de que esto debe ir acompañado de la construcción de habilidades y se deben hacer cumplir los protocolos de respuesta. Sólo entonces, una región estará preparada para enfrentar desastres naturales.

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Lauren Sarruf Romero es la Oficial de Comunicaciones para CCAFS en América Latina.