Agricultura sostenible adaptada al clima en el corredor seco guatemalteco
Análisis de costo beneficio de las prácticas más adecuadas para su extensión en el corredor seco de Guatemala, facilitando la comprensión de las externalidades que deberían considerarse fuera de este enfoque, como las referidas a la biodiversidad y el impacto social.
Investigadores del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y del Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria del CGIAR (CCAFS, por sus siglas en inglés) han publicado en el journal Agricultural Systems un artículo sobre los costos y beneficios de la agricultura sostenible adaptada al clima (ASAC) en el Corredor Seco de Guatemala.
Como se ha explicado en otros artículos en el Portal de Seguridad Alimentaria, la agricultura sostenible adaptada al clima (también promovida como agricultura climáticamente inteligente) implica propuestas donde se aborden la seguridad alimentaria, resiliencia y disminución de gases de efecto invernadero cuando sea posible. Este tipo de enfoque busca integrar estrategias de mitigación y adaptación en el desarrollo agrícola.
Conozca más en el blog: ¿Agricultura sostenible adaptada al clima o agricultura climáticamente inteligente? ¿Por qué no ambas?
Este trabajo analiza las opciones de ASAC para el caso del corredor seco en Guatemala, país que se ubicó noveno entre los países más afectados por eventos climáticos extremos en las dos últimas décadas. Cabe recordar que se ha analizado en profundidad la inseguridad alimentaria en Guatemala causada por la sequía en el Portal de Seguridad Alimentaria y los distintos esfuerzos por parte del gobierno y organismos internacionales y regionales implementados para poder solucionarla.
El trabajo entonces, explora las distintas evaluaciones económicas para ocho posibles prácticas ASAC aplicables al Corredor Seco, que eran una parte del trabajo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA). Las prácticas fueron seleccionadas según un marco de priorización para determinar la posibilidad de escalarlas y nuevas prácticas que pueden ser incentivadas. El proceso de priorización incluyó identificación participativa del sitio, sistemas de producción y veinticuatro opciones relevantes, de las cuales se eligieron ocho.
Las ocho prácticas ASAC priorizadas pueden dividirse en tres categorías: agroforestería, agronomía y gestión del agua. Específicamente, se recomienda la práctica de implementación de barreras vivas, se encuentra dentro de la categoría de agroforestería. En agronomía, se recomienda la preparación de los suelos de forma sostenible con uso de paja como abono, excavación de zanjas perimetrales para retener y guiar lluvias, implementación de la rotación de cultivos, uso de variedades de cultivos tolerantes al calor y sequía, así como variedades tolerantes a enfermedades y la construcción de barreras de piedras junto a las acequias siguiendo la pendiente. Finalmente, los autores analizaron las prácticas complementarias de construcción de reservorios de aguas y métodos de irrigación por goteo en la categoría de gestión de agua.
La evaluación de las prácticas ASAC incluyó aspectos de biodiversidad, secuestro de carbono, contaminación de los suelos y recursos hídricos e impacto social en las comunidades, principalmente a través de oportunidades de empleo. La mayoría de las prácticas, probaron ser rentables, con la tasa de retorno superior a la tasa de descuento y un valor presente de la inversión positivo. Además de ser rentables para los campesinos, las mismas tienen riesgos financieros mínimos para los campesinos, lo que implica que es poco probable que en un año dado los productores obtengan un resultado no rentable. Sin embargo, cabe destacar que debido a los altos costos de instalación, los reservorios de agua y las barreras de piedra prueban tener un nivel de riesgo superior a las otras.
Los autores remarcan entonces, que para fomentar la adopción de prácticas agrícolas, los responsables de políticas deben considerar por un lado si las prácticas son rentables para los individuos, y así asegurarse la implementación a largo plazo, y por otro, si las prácticas tendrán beneficios públicos. Las prácticas que lidian directamente con los cultivos (selección de variedades y rotación de los mismos) fueron las que presentan mayores indicadores de rendimientos privados, especialmente las semillas tolerantes a pestes y enfermedades.
Sin embargo, los autores también incluyen en el análisis las externalidades que este tipo de prácticas implicaría en beneficios fuera de los mercados. Por ejemplo, todas las prácticas seleccionadas tienen altos impactos positivos en biodiversidad, tanto a través de la formación de corredores biológicos, así como aumento en la salud de los sueldos dada la regulación de la temperatura y retención de la humedad. En este ámbito, la implementación de prácticas de agroforestería probó ser las más eficaz, dado que además, como se abordó previamente en otro artículo, son las únicas que implican el secuestro de carbono. Al respecto, las semillas tolerantes a pestes también prueban ser beneficiosas para el medio ambiente, dado que reducen la dependencia a pesticidas y fertilizantes que perjudican a los suelos.
En cuanto al impacto social a través del empleo, dado que todas estas prácticas son nuevas a implementarse, los autores esperan que su implementación implique múltiples nuevas oportunidades de empleo, en especial incorporando a la mujer en el trabajo en las fincas. Los autores señalan que más investigación sobre prácticas CSA sensibles a la perspectiva de género es necesaria para tener una idea más clara al respecto.
Los autores recomiendan la promoción luego de este análisis de las prácticas ASAC, excepto aquellas con alto riesgo, como ser la irrigación por goteo y las barreras de piedra, a menos que vayan acompañadas por otro tipo de incentivos, financieros o en especie, sobre todo para productores con recursos limitados.
Este trabajo así presenta en un análisis de costo beneficio de las prácticas más adecuadas para su extensión, facilitando la comprensión de las externalidades que deberían considerarse fuera de este enfoque, como las referidas a la biodiversidad y el impacto social.
Puede encontrar más información detallada sobre la metodología en el documento en el siguiente enlace.
Florencia Paz es asistente senior de investigación del Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Este texto fue editado con permiso del autor. El original se puede consultar en el Portal de Seguridad Alimentaria América Latina y El Caribe, facilitado por IFPRI.