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Las prácticas de agricultura sostenible pueden incrementar la resiliencia de los sistemas productivos de América Latina para evitar crisis alimentarias provocadas por el cambio climático o pandemias.

La pandemia del coronavirus ha evidenciado la necesidad por sistemas alimentarios resilientes, sostenibles y respaldados en evidencia científica, a través de los cuales se puede evitar el aumento de la pobreza en el mundo y ayudar a que grupos vulnerables como pequeños agricultores, mujeres, jóvenes, entre otros, puedan recuperarse de la emergencia sanitaria global.

En un conversatorio virtual, el Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) en América Latina, junto a expertos de la Alianza Bioversity Internacional y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (la Alianza), el Centro Internacional de la Papa (CIP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), dialogaron sobre cómo la Agricultura Sostenible Adaptada al Clima (ASAC) puede ayudar a mitigar el impacto de la COVID-19 en los sistemas agroalimentarios de América Latina.

La coyuntura actual se presenta como una oportunidad para agilizar la transformación de los sistemas alimentarios en América Latina. En un contexto de variabilidad y cambio climático, la producción de alimentos debe hacerse más resiliente para asegurar el ingreso de las familias rurales y la alimentación de la población en general. De igual forma, las medidas económicas orientadas a la recuperación de los diferentes sectores deben buscar la sostenibilidad ambiental, social y económica. Esto será clave para una recuperación sostenible y exitosa después de la emergencia sanitaria. 

Una agricultura sostenible y adaptada al clima es crucial para hacer que nuestros sistemas alimentarios sean sostenibles y resilientes; la recuperación económica post COVID-19 se constituye una oportunidad para transformar y fortalecer el sector agropecuario y a las familias rurales por una senda de sostenibilidad”.

Deissy Martínez Barón, Directora Regional, CCAFS América Latina,

Apoyo en la toma de decisiones del sector agroalimentario durante la pandemia

Las opciones ASAC que se están implementando ahora en el sector agropecuario de América Latina permitirán a los agricultores incrementar la resiliencia de los sistemas productivos y continuar con la producción de alimentos durante y después de la emergencia sanitaria para seguir proveyendo a la población, aún en caso de presentarse un evento climático adverso.

La pandemia ha afectado al sector agrícola en diferentes escalas, desde la mano de obra y el acceso a insumos, hasta la movilización y demanda de alimentos. La COVID-19 se sumó al conjunto de vulnerabilidades que deben tener en cuenta los agricultores al momento de tomar decisiones sobre sus cultivos.

En este contexto, las Mesas Técnicas Agroclimáticas (MTA), un enfoque que provee al sector agropecuario con pronósticos agroclimáticos para tomar decisiones informadas sobre los cultivos, están cumpliendo un papel fundamental durante la emergencia sanitaria, en primer lugar, gracias al monitoreo que realizan las instituciones participantes en las mesas se puede identificar reducciones en los ingresos de las familias rurales, en qué territorios hay problemas de desabastecimiento, dificultades para el acceso a insumos o descapitalización de los agricultores o familias rurales. Por otra parte, en los boletines agroclimáticos, se han incluido recomendaciones para implementar las prácticas ASAC según el comportamiento del clima y para evitar el contagio durante las actividades agrícolas de manera que puedan seguir con sus actividades productivas.

Pequeños productores de cultivos tan importantes como maíz y trigo en México  y Guatemala, se ven afectados por la falta de ingresos, la disminución de las remesas, el desabastecimiento y la descapitalización de sus cultivos. En CIMMYT, consideran importante asegurar que toda la cadena de valor de la producción de trigo y maíz siga funcionando para asegurar que lleguen hasta los consumidores finales. Por ello, los bancos comunitarios de semillas, los insumos orgánicos, la agricultura de conservación y la digitalización del sector agrícola, son algunas de las prácticas que se han implementado durante la crisis para asegurar la producción sostenible de alimentos mientras se reduce el impacto ambiental.

Preparándonos para el futuro

Miles de voces alrededor del mundo están pidiendo acciones que permitan construir sociedades más sostenibles, resilientes e inclusivas. En ese sentido, la propuesta desde CIP es apostar por la agrobiodiversidad al incorporarla en estrategias de manejo de los riesgos climáticos y a partir de allí promover dietas saludables, cambios en el comportamiento de los consumidores e innovaciones digitales para el acceso a los mercados. La diversificación de cultivos, el monitoreo en las áreas de siembra y los servicios climáticos, serán clave para aprovechar la biodiversidad de Los Andes, área donde se concentra la investigación de CIP, a través de diferentes estrategias de adaptación y mitigación al cambio climático que aseguren una recuperación diferente de los sistemas alimentarios.

Una transformación de los sistemas agroalimentarios se convierte en vital a fin de evitar una crisis alimentaria y climática en la época de COVID-19. Si bien hasta el momento el sector agropecuario ha respondido bien, debemos tomar acciones ahora para evitar que la inseguridad alimentaria futura sea provocada por el cambio climático y agravada por pandemias.

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Más información:

Lauren Sarruf Romero es la Oficial de Comunicaciones para CCAFS América Latina. Deissy Martínez Barón es la Directora Regional de CCAFS América Latina.