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Arroz latinoamericano bajo en carbono: ¿cómo lo hacemos una realidad?

La reducción de los gases de efecto invernadero en el cultivo de arroz es esencial, dado que la demando para el grano sigue creciendo en los países latinoamericanos. Foto: Neil Palmer (CIAT)

Un nuevo estudio explora cómo reducir las emisiones en unos de los más importantes cultivos de la región mientras se mantienen los platos llenos

 

Pocas veces hay almuerzo sin arroz en América Latina. El consumo de arroz por persona en la región ha aumentado más de tres veces desde 1924-1928 hasta 2008-2010, pasando de 9 kg/persona hasta aproximadamente 30 kg/persona; y a pesar de que la productividad, así como las áreas cultivadas han aumentado, a América Latina todavía le falta 1 millón de toneladas del grano para satisfacer su demanda, dependiendo en gran medida de las importaciones. La región tiene un potencial alto para expandir el cultivo, sin embargo esto implica que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas van a expandirse también.

Un nuevo estudio del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y del Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS), explora qué tanto sabemos sobre las emisiones de GEI y las estrategias de mitigación para los sistemas de cultivo de arroz en América Latina y cómo podemos aumentar la sostenibilidad de su producción. Los investigadores analizaron las opciones técnicas y de manejo usadas en la región que pueden ayudar mitigar la emisión de GEI, principalmente el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) teniendo en cuenta las condiciones particulares de los países.

A nivel global, el metano producido por el arroz es responsable de alrededor del 10% de las emisiones de GEI, excluyendo el carbono, en la agricultura. Los suelos usados para la agricultura también generan 60% de las emisiones antropogénicas de N2O. Las investigaciones existentes resaltan que las emisiones de metano varían mucho a lo largo de América Latina y los datos disponibles todavía no son tan precisos – eso significa que las emisiones de CH4, calculadas usando un factor establecido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por su acrónimo en inglés), podrían estar subestimadas o sobreestimadas. Por eso, entender cómo poder aumentar la productividad mientras se controlan las emisiones de GEI es fundamental.

En un mundo ideal, las variedades de arroz con alta productividad y bajas en emisiones serían la respuesta, evitando que los productores tuvieran que cambiar significativamente el manejo de su cultivo. Pero el estudio advierte que este sería un escenario demasiado optimista; una solución más realista sería hacer énfasis en aumentar el rendimiento, mientras se reduce la intensidad de las emisiones asociadas.

¿Cómo esta América Latina cultivando su arroz y qué significa esto en términos de mitigación?

La mayoría de las fincas de arroz en la región usan técnicas avanzadas y tienen más de 10 ha de tierra; generalmente, los productores usan labranza convencional en los suelos secos y plantan las semillas directamente en los campos, sin preparar la tierra o con labranza mínima, que reduce los costos y el potencial de generar metano.

Con su gran apetito para agua, el arroz rice es problematico cuando se trata de reducir las emisiones de GEI a través del manejo de agua. Foto: Neil Palmer (CIAT)

El estudio contempla una revisión en cuanto al conocimiento sobre las prácticas de labranza, observando que los sistemas sin labranza pueden reducir las emisiones de metano en arroz – algunos estudios hechos fuera de América Latina resaltan que las emisiones de CH4 en cultivos de arroz sin labranza son 21-60% más bajas que en los campos con labranza.

Los investigadores también discutieron las interacciones complejas entre las emisiones de CH4 y N2O; resaltando que estudios en la región han mostrado que los sistemas de riego y secado alternado (AWD por sus siglas en inglés) en el arroz reducen las emisiones de metano sin aumentar la producción de N2O.

Y como el arroz usualmente está sediento, el manejo de agua es clave para controlar las emisiones. Por ejemplo, en un estudio de caso el riego y secado alternado ayudó a bajar las emisiones de GEI en aproximadamente un 48-93% en comparación con el arroz inundado. Investigaciones en Uruguay, Brasil y recientemente en Colombia, indicaron reducciones de metano del 55%, 25-45% y 70% respectivamente, con el uso de AWD. No obstante, aún hacen falta más investigaciones sobre otras prácticas de manejo de agua en la región. En Colombia, FEDEARROZ lideró un programa de adopción masiva de tecnología (AMTEC) que impulsó a los arroceros a controlar el riego en sus cultivos, así como la saturación de los suelos con agua durante la temporada de vegetación, en lugar de inundar los campos. Evitar la inundación en el cultivo de arroz puede ayudar a bajar las emisiones de metano; pero dadas las interacciones entre CH4 y N2O, los productores necesitan optimizar el uso de agua y nitrógeno al mismo tiempo para reducir las emisiones de ambos gases.

La cosecha de arroz produce paja que también influye las emisiones de GEI. La investigación sobre esto en la región todavía es incipiente, pero los estudios hasta ahora han mostrado que encontrar el momento óptimo para incorporar los residuos en el suelo afecta las emisiones de metano; si se hace antes de la siembra, las emisiones de CH4 pueden aumentar y hay menos nitrógeno disponible para el nuevo cultivo, disminuyendo la productividad; sin embargo, incorporar paja inmediatamente después de la cosecha baja las emisiones desde 2.5 hasta 5 veces, mientras mejora el ciclo de los nutrientes, según un estudio hecho en Filipinas.

Pero, en América Latina todavía hay cosas por explorar. Hasta ahora, no hay investigaciones analizando los niveles de emisión de CH4  y N2O en las diferentes variedades de arroz. Fuera de la región, expertos han mostrado que la producción de metano es diferente, dependiendo de la variedad de arroz, mientras la producción de N2O no varía mucho; un estudio resaltó que el arroz tipo Indica – usado a gran escala en América Latina – tiene más potencial de calentamiento global por unidad de grano que otro tipo, llamado Japónica. Aunque la investigación no está enfocada en la región, los resultados podrían indicar que el arroz que es más popular en América  Latina puede tener más potencial de calentamiento global que el arroz de Asia.

También hay una falta de conocimiento sobre la diferencia en las emisiones de GEI entre la siembra de semillas y el trasplante de plantas de arroz en la región. Estudios previos en Asia han mostrado que las emisiones de metano son de 8% hasta 92% más bajas cuando las semillas se siembran directamente en la tierra.

Necesitamos más investigaciones sobre qué tanto las diferentes prácticas de manejo y tecnologías usadas en América Latina pueden reducir las emisiones de GEI en el sector arrocero, dicen los expertos. El desarrollo de variedades de arroz bajas en emisiones requiere muchos recursos, y por eso países de la región deberían enfocarse en aumentar la producción de una manera que se reduzca la cantidad de GEI por kilogramo de arroz. Más aun, todos los actores de la cadena de valor del arroz necesitan contribuir en combinar tecnologías, manejo y políticas que apoyen la productividad y los bajos emisiones desde el campo hasta el plato.

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El estudio es un producto de colaboración entre CIAT, CCAFS, Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR), IDEAMCORPOICAFEDEARROZINIAINTAMAG ParaguayUniversidad de la Republica UruguayUC DavisUniversidad Federal de Rio Grande del Sur – Brasil.

Alexandra Popescu es la analista de comunicaciones para CCAFS América Latina.