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¿Para vender, o para comer?

Encontrar el equilibrio entre la comercialización y la producción para el consumo propio puede ser una estrategia efectiva para la seguridad alimentaria de los agricultores pequeños en Colombia. Foto: N. Palmer (CIAT)
“Se ha mejorado mucho el tiempo ahora,” dice Don Felipe, sentado a sus anchas en una silla plástica y sorbiendo un tinto, esa bebida dulce tan amada por los habitantes del departamento de Santander.

“Antes no vendíamos nada,ni el frijol ni el maíz. No había mercado, no había como hacer plata.”

Don Felipe tiene una gran cantidad de viejos recuerdos – al fin y al cabo, ha vivido en la aldea Macaregua, en el departamento de Santander (Colombia) por más de 50 años.  No obstante, es inquebrantable en su preferencia para el presente. “Ahora se vende todo. Se deja un poco para uno mismo y se vende lo demás – eso me parece mejor”

Investigadores de Bioversity Internacional y del Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS, por sus siglas en inglés) estuvieron en Macaregua para identificar fuentes de vulnerabilidad a los impactos del cambio climático y las barreras para adoptar la agricultura ‘climáticamente inteligente’ (CSA, por sus siglas en inglés), que tiene como objetivo mejorar la seguridad alimentaria frente a mayores riesgos climáticos.

Cuando los pequeños agricultores buscan mayor seguridad alimentaria a través de la venta de sus productos, por ejemplo, han de encontrar el equilibrio entre los riesgos de producir para el mercado y los riesgos de producir para el consumo de la misma casa: ¿Para vender, o para comer?


Productos agrícolas para la venta y para el consumo en aldea Macaregua (Santander).

Aunque Don Felipe tiene grandes elogios para la estrategia de comercialización, su propio testimonio esclarece uno de los riesgos de depender los ingresos de la venta de productos agrícolas para la seguridad alimentaria.

“La gente no siembra casi más que este frijol rojo” Felipe cuenta a su audiencia, que ahora consiste en su esposa complaciente, unos nietos inquietos y un perro mulato impasible. “El año pasado había llegado una variedad por ahí, uno rayadito, que gustó mucho y se empezó a ensayar; pero este año bajó mucho el precio”, dice. “Los compradores no querían el fríjol rayado, pero muchos agricultores en Macaregua lo estaban sembrando y les dio muy duro”, recuerda. “Tocó perder plata para venderlo.”

En efecto, uno de los riesgos de la comercialización es que un mercado inseguro y caprichoso podría causar mucho daño a los agricultores pequeños que dependen de ingresos constantes para la compra de alimentos. Otro riesgo es el creciente costo de insumos para la agricultura comercial y el endeudamiento crónico que deben asumir.

“Es más caro trabajar ahora”, dice Don Felipe. “En enero, febrero, marzo, toca echar para el banco para prestar y poder trabajar y mantenerse hasta la cosecha; y paga uno y se queda casi sin plata. Todos los años es así.”

Considerando su testimonio, ¿Qué tan beneficioso puede ser un cambio de consumir a comercializar? ¿Pueden los agricultores pequeños realmente tomar el riesgo de abandonar fuentes directas de seguridad alimentaria a favor de fuentes indirectas, es decir, capital caprichoso que puede irse y venirse en un abrir y cerrar de ojos?

Cambiar un riesgo por otro

A pesar de las dificultades, existe suficiente evidencia para sugerir que mayores ingresos como resultado de una comercialización de menor escala tienen correlación con mejor nutrición y mayor seguridad alimentaria. Al fin y al cabo, abandonar la comercialización a favor de dedicarse únicamente a la agricultura de subsistencia también tiene sus riesgos.

Hace poco que el departamento de Santander empezó a sentir los efectos del cambio climático, y los agricultores de Macaregua todavía no han podido aprender cómo reaccionar. Como lo expresa Don Felipe, “El clima no es igual que antes. Ahora llueve menos, y cuando sucede eso entonces la cosecha es menor también”. Cosechas fallidas y la pérdida de capacidad productiva son amenazas reales para la seguridad alimentaria, sobre todo si una familia no puede recurrir a ingresos externos en épocas de escasez.

Como pasa en las historias evocadoras de Felipe sobre las ventajas de hoy en día, los niveles de vida en los campos de Colombia han mejorado substancialmente. Pero, ¿Qué tan vulnerable es la aldea de Macaregua a los impactos del cambio climático?

Los resultados preliminares de las investigaciones del Bioversity y CCAFS indican que los agricultores de Macaregua tienden a producir en iguales cantidades alimentos para vender y para consumir, al menos para granos básicos como el maíz y el frijol. Esta puede ser una buena estrategia; aunque impide la maximización de ganancias a través de la producción para comercializar, que es una clase de substituto en el caso que haya problemas en los cultivos o los mercados.

El arte de balancear

A pesar de estar muy retirado en el paisaje tranquilo y montañoso de Santander, y tal vez las noticias aun no han llegado a la aldea Macaregua mientras habla Felipe, un paro agrícola en la mayoría del país había bloqueado las carreteras y casi inhibido por completo el flujo de alimentos al mercado. Las políticas nacionales e internacionales están cambiando para dejar que productos básicos como la leche y la papa se pueden importar más económicos del extranjero, y los campesinos temen por su futuro sostenimiento.

Las intervenciones del gobierno en los mercados pueden tener un gran impacto, por ello el éxito de la incursión de los agricultores pequeños en la agricultura comercial dependerán del ambiente político. La sensibilización de políticas sobre mercados integrados y con facilidades económicas para los pequeños agricultores es uno de los pasos en firme. De igual importancia será la buena gestión y la toma de decisiones al nivel de la finca; ellos que están en el borde de la inseguridad alimentaria no pueden darse el lujo de cometer errores.

Entonces –¿Para vender, o para comer? Para los agricultores de Macaregua, su respuesta de “un poco de ambos” parece estar funcionando por el momento.

Versión en inglés de esta historia originalmente publicada en el blog de Thomson Reuters Foundation: full story.
 
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Caity Peterson es investigadora visitante del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Colombia, y trabaja para el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS).

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